No es un tema menor,
el que se ha vivido en estos últimos días en la ciudad de Basavilbaso. Aunque
para quienes venimos de ciudades un poco más complejas, por su densidad de
población, nos parezca que acá se vive en el paraíso. Es claro, y hasta debo
decir que es muy complejo escribir sobre este tema, cuando en una ciudad de
extrema tranquilidad la alborotan una par de hechos delictivos, que no dejan de
ser importantes. Importantes sobre todo porque no se debe dejar pasar por alto
justamente cuando se está empezando a nublar la paz. Hay que agarrar ahora, en
este momento que se está empezando a gestar esta copia tonta, que hacen
algunos, de realidades que son ajenas a nuestros problemas, que pertenecen a ciudades
que nadan tienen que ver con nuestro acontecer diario.
Esto también es
parte y culpa de los medios de comunicación que viven inyectando violencia, y
no hablo por hablar, ni escribo por el solo hecho de llenar un espacio, escribo
porque a esto me dedico y se el mal que puedo generar escribiendo o hablando. Hay
gente que le sorprende que en nuestro periódico no haya espacio para
policiales. Creemos que solo provoca lo contrario a lo que la gente piensa. No
ocultamos el problema, lo tratamos con la seriedad que se merece y no buscamos
tener la primicia de un robo o un asesinato. Buscamos transmitir y educar sobre cuestiones que hacen crecer y no
en noticias que solo terminan en boca de chusmas de barrio, que solo apuntaran
con el dedo, a chicos que ya llevan en sus espaldas, el peso de una sociedad
que los trata de separar. Es tanta, tanta la información de lo que pasa en
otras ciudades, es tanto el acceso a noticias que son de otras realidades, que
se terminan copiando. Hay noticieros que te enseñan a robar, te enseñan
técnicas para abrir una puerta, para violar cerraduras, para obtener con
facilidad lo que no es de uno. Tenes programas enteros que muestran como los
chicos se matan a palos en la salida de los boliches en otras localidades, como
mujeres se pelean en la calle casi de la misma forma o peor que los hombres y
aca está pasando, entre vecinos. Porque en esas ciudades, el problema, por lo
general, son de barrios, que son tan grandes que quizás por días no se ven las
caras. Acá nos conocemos casi todos y es muy chica la caja de resonancia. Acá
todo se sabe. Es prácticamente imposible no saber quién es o quiénes son los
que viven de otra forma.
Me niego a creer que
no se pueda hacer nada. Hay que actuar ahora, y no metiéndolos preso o pidiendo
cárcel y mano dura. Hay que identificar al problema, sin nombre, ni apellido,
ni barrio, ni ningún dato que apunte o señale a un menor. Creyendo claro, que
son actos producidos por menores. No debemos caerles con el peso de la
difamación pública y social a ningún ciudadano. No hay chicos tontos, hay
chicos que no están bien educados, bien aprendidos, faltos de afecto, de
cariño, en sí, con muchas faltas. No debemos señalar con el dedo cuando anda
por la calle ni identificarlo como a un delincuente, porque sin querer, le
estás dando un lugar en la sociedad, que en cierta forma es el que busca este
ciudadano porque otro lugar no tiene. Lo que para cualquiera de nosotros es un
escrache, que nuestro nombre se vea sucio por algún hecho delictivo, para
otros, y sobre todo para grupos muy cerrados, es una bandera importante, que le
da status en una escala social inventada por su grupo o contexto. Le doy un
ejemplo. ¿No le parece raro ver en las pantallas de televisión a jóvenes o
adultos que pertenecen a una barra brava de futbol, haciéndose cargo de hechos
de violencia? Nosotros los corrimos a estos… Yo lo corrí a tiros a ese gato… A
esos putos les matamos uno… etc. Eso que para nosotros o para las personas con
los caramelos en la caramelera es mandarse en cana solo, eso, de alguna manera,
como dicen algunos, les da chapa.
Entonces, debemos
hacernos cargo de lo que está pasando. Pero ahora, que todavía estamos a
tiempo. Ahora que la delincuencia no es patrimonio de esta zona. Ahora que la
violencia recién está mostrando sus uñas. No podemos esperar más y es
necesario, que quien tenga que actuar lo haga y pronto. La policía no debe
estar y seguramente no está, fuera del tema. La policía sabe bien donde están o
donde emergen los problemas de inseguridad. Pero también es cierto que solos,
no van a poder. No por las escusas que se escucha a diario de esta fuerza,
porque nadie les puso un revolver en la cabeza para que se desempeñen como
policías. Y tampoco es culpa de nosotros, los ciudadanos de a pie, que cobren
poco o no tengan los materiales para trabajar como correspondería. El ciudadano
necesita estar bien, tranquilo, trabajar, llegar a su casa y descansar además
de lo que en particular tenga que hacer cada uno. Cada uno trabaja en lo suyo y
cada uno resuelve los problemas laborales como puede. Y si no se puede, no lo
saben hacer así, que le den lugar a otros, que no pongan excusas y que
trabajen.
Pero la culpa no es
de la policía solamente. Acá no se trabaja mancomunadamente con la policía
aunque digan lo contrario. La policía, no tiene el deber de no dejar entrar a
un pibe al boliche. Deben actuar los responsable políticos para que eso no
ocurra. Y acá no estoy diciendo que los menores no tengan que salir a bailar.
Pero un pibe de trece años o una piba de la misma edad no tienen nada que hacer
dentro de un boliche. Claro es que los padres también son responsables, y deben
hacerse cargo de lo que hacen sus hijos. Pero todos fuimos jóvenes y adolescentes y sabemos que por ahí, las
reglas que se imparten dentro del seno familiar, se violan fuera del mismo y
hasta el más santito lo hace o lo hizo. Pero si a mi hijo, lo dejo salir,
porque sé que las medidas de seguridad para él son las apropiadas y muy
difícilmente mi hijo pueda violarlas, no hay mucho por hacer desde el roll de
padre más que seguir educando para que mi hijo no moleste ni provoque desmanes
en la calle. Pero si cualquier chico, que está aprendiendo lo que es la calle,
sale, y ve que la oferta de lo prohibido está al alcance de su mano, muy
fácilmente caerá en la “tentación” del alcohol, las drogas, la delincuencia. Si
no se frena la venta de alcohol a menores, sino se corta con la venta de
drogas, pero por sobre todo, sino se educa con el ejemplo, muy difícilmente
terminemos con esto.
Yo sé que a más de a
un adolescente no le va a gustar los que estoy escribiendo y espero que
entienda. Que el problema no es la inseguridad de los grandes, es la propia
inseguridad de ellos en el presente y en el futuro.
El problema no son
los jóvenes, son los adultos que lucran con esta problemática. Las
instituciones deben trabajar mancomunadamente, interactuar entre ellas sobre
todo en el manejo de la información. No apuntar al chico, sino ayudarlo para
reubicarlo dentro de la sociedad y no fuera de ella como se hace. Porque tienen
el derecho a estar dentro y ellos lo saben, entonces entran como pueden y donde
se puedan ubicar se ubican. La sociedad te abre las puertas y de acuerdo a tu
formación y educación uno mismo se inserta. ¿Qué pasa cuando te faltan estos
atributos y encima te cierran las puertas? Entras por la ventana. Y ya sabemos,
que el que entra por la ventana, sale por la misma. Es necesario abrir esas
puertas, incluir, contener, prevenir, que fueron y comparto, las iniciativas
propuestas por un grupo de chicas en Basavilbaso, demostrando que es mentira
que los jóvenes están perdidos.
Porque ellas así lo
pidieron, y porque me parece que el respeto va ante todo, no haré más alusión
para que no sean identificadas como las autoras de esta pueblada, como ellas
mismas lo desean. Pero es la primera movilización que lleva cordura y sensatez
en mucho tiempo. En ningún momento se pusieron el casete o repitieron como
loros consignas de los mayores. Aunque seguro, que en sus casas la educación
corre por los carriles de buenos ciudadanos. Felicito y me dio mucho gusto
escuchar sus iniciativas para terminar con esta problemática. No pidieron mano
dura, como lo harían los adultos, porque saben que no conduce a nada y que solo
genera violencia. Les pregunté si estudiaban, y me dijeron que sí. Se notaba
una preparación en su forma de expresarse y sobre todo en su forma de ver el
problema, de encararlo y de buscarle una solución. Otras vivencias, mas
preparación intelectual, dan una visión diferente de las cosas y fueron a
atacar el problema de raíz, con propuestas clara y certeras. Haciéndose
responsables y cargo del roll que ocupan en esta sociedad y haciendo
responsable no solo a las autoridades sino a todos los que vivimos aquí.
Felicito nuevamente esa actitud y eso demuestra que la gran, la gran inmensa mayoría de los jóvenes tiene ganas de
que se mejore. La fuerza de la juventud, las ganas y el intelecto puesto al
servicio de la comunidad, son herramientas infalibles para el cambio.
Es necesario, y para
terminar con esta editorial, que estas voces sean escuchadas, que más voces
opinen y que el compromiso de ciudadano y de buen vecino sea tomado por cada
uno de nosotros para terminar con este problema, que todavía no se convirtió en
flagelo. Todos, absolutamente todos somos responsables de lo que pasa y
responsables del cambio, y como comunicaron este grupo de chicas, y que
compartimos claramente, con propuestas de inclusión, prevención y contención la
solución no es inmediata, pero si es extremadamente efectiva a largo plazo,
porque se focalizan en la raíz del problema.
Nahuel Daniel
Albornoz.-
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